Ciertamente que hoy nos haría falta una persona con la lucidez y claridad de ideas de José Luís Aranguren.
Recuerdo la asistencia masiva a sus conferencias, ensimismados, con una atención pulcra, buscando las respuestas a la situación social y política que en esos momentos existía en el país.
Allí se aprendió a interpretar la bondad de la Democracia y a ver la necesidad urgente de contar con personas honestas para poner en marcha todo el sistema político, social y financiero.
Era, en aquellos años, una llamada de atención a las buenas costumbres, a la honestidad, era, en cierta manera, el asentar seriamente, las bases para cimentar el país.
En aquellos años se vivía mucho la política, la gente estaba ilusionada, los profesores de universidad salían a la calle a informar a los colectivos ciudadanos, de los buenos fundamentos de la Democracia para que empezaran a organizarse, en definitiva, se ilusionó al país.
Hoy, después de treinta años, no cabe duda, de que el país ha evolucionado en todos los aspectos, llegando a tener una calidad de vida y unas estructuras dignas de todo elogio, pero estamos fallando en las buenas costumbres, en esos mensajes que nos lanzaba el Sr. Aranguren,... de la seriedad, en el contar con gente honesta en las instituciones,... no se supo controlar.
Este problema, no siendo genérico, sirve de mal ejemplo para el colectivo y crea bastantes dudas sobre la bondad que se le presupone a la Democracia.
La gente de buena voluntad no entendemos que equis personas empleen las instituciones para ampliar su patrimonio y que una justicia lenta se recree ante las evidencias.
Hoy, falta idea de compromiso con el país,... con la sociedad. El empresario, el empleado y el sindicalista tienen que estar unidos con la empresa para obtener más productividad y no pensar que todo son agresiones para el empleado,... esto sería buena costumbre.
El profesor Aranguren frunciría el ceño y diría que faltan filósofos para poner un poco de disciplina en la España actual.
Chavierín.
Pues me parece una excelente idea traer de nuevo a la luz las ideas y filosofía de un profesor que supo conectar con la juventud y transmitir de una forma amable y firme sus desacuerdos con muchas situaciones de su época. Qué no diría de la situación actual. Se echan de menos prohombres como él o Tierno Galván que sirvan de guía, estímulo y ejemplo de una sociedad que seguro va a cambiar ¡y mucho! a raíz de la crisis actual.
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