Muchas veces por mi lugar de trabajo pasan grupos de personas provenientes de zonas africanas,... del Africa Central, Marruecos, de zonas de la Europa del este, Rumanos, Eslavos, etc. Todos llevan rostros de incertidumbre, de necesidad, esperando que alguien les indique algún camino o, en un momento dado, un poco de apoyo.
Hoy día tenemos oficinas de atención al emigrante en todo el país. Los mismos sindicatos se vuelcan en la formación y orientación para búsqueda de trabajo; los centros educativos están también a la altura con este fenómeno buscando una pronta integración de su chiquillería en nuestra forma de vida.
Hoy día tenemos oficinas de atención al emigrante en todo el país. Los mismos sindicatos se vuelcan en la formación y orientación para búsqueda de trabajo; los centros educativos están también a la altura con este fenómeno buscando una pronta integración de su chiquillería en nuestra forma de vida.
Con esto, conseguimos que nuestros jovencillos crezcan, admitiendo que nuestro país es multicultural y que todos tienen los mismos derechos.
Recuerdo cuando, en este país, después de acabar la segunda guerra mundial, y acuciados por la pobreza, muchos ciudadanos nuestros, tuvieron que cruzar la frontera para buscar trabajo y mejores condiciones de vida, encontrando, dentro de lo que cabía, la comprensión de los residentes.
Un ciudadano, formal que se precie, tiene que entender que nadie abandona a su familia y a sus vivencias más directas, las que te marcan toda la vida, por amor a la aventura, y entenderá también, que es por pura necesidad.
Ese ciudadano del mundo, tiene que admitir que todo el mundo tiene derecho a tener un medio de vida con las mismas oportunidades,... la vida plena es así.
Acabo ya, recordando, el encuentro que tuve hace unos años con un joven africano,... iba despistado, con una pequeña mochila y, por lo visto, con poco dinero. Me llamó la atención de él, la sonrisa que proyectaba, incluso, dentro de su desventura. Hablando un rato largo con él me contó su periplo desde el Africa Central y que buscaba legalizar su situación para encontrar trabajo. Yo le di explicaciones y le mandé a una sede de sindicatos para que le asistieran y, al cabo de unos meses, me vino a saludar y a comunicarme que estaba trabajando en una finca agrícola con todos los papeles en regla, Personalmente me sentí bien, porque en este mundo nadie es más que nadie.
La existencia siempre ha tenido años de abundancia y años de escasez, años de alegrías y años de desventuras y, tendremos que pensar, que alguna vez, nos puede volver a pasar a nosotros.
Chavierín.
Sigo tus artículos con muchísimo interés y, si te digo la verdad, con la suma de todos ellos se podría realizar una recopilación y editar un buen libro de civismo y solidaridad. En un lenguaje claro y directo describes con precisión hechos y situaciones cotidianas que, seguro, a muchas personas les pasan inadvertidos, pero que poseen un profundo calado de sensibilidad y solidaridad. Lo dicho. Sería una buena idea ampliar horizontes y dar a conocer tus escritos a un público más numeroso -que seguro que está ahí- y que, seguro también, coincide con tus -nuestras- ideas. Un abrazo y felicidades de nuevo por tu artículo. José Luis Pueyo
ResponderEliminar