LA HACIENDA DE UBIO
El curso de iniciación lo comenzaría bajando por la calle de la Lechuguilla camino de Ubío, atravesando el puente y la huerta de Mola hasta llegar al Macelo,... digno lugar de sacrificio para alimentar a los paisanos.
De seguidas me encontraría por el camino, antes de llegar a la Medina, con un azarollo que pujaba en altura con la pared, y pasada la curva al final, la visión a lo lejos de un lugar de oración, la ermita de la Virgen del Loreto, en silencio, y siempre mirando al sur con sus bancos en la puerta, como esperando a los peregrinos que venían del pueblo a rezar. Algo tendría esta ermita dedicada a la Virgen, de blancas paredes, para que la gente le tuviera tanta devoción. Dicen que las amas de casa después de comer organizaban paseos para visitarla porque les reconfortaba el espíritu.
A continuación, el camino lento con las curvas hasta llegar a las alturas del corral de Barella y descubrir el mundo que habitaba en las lejanías de campos sembrados al albur del trigo y la cebada.
Los cuerpos se balanceaban encima de la burrica por caminar por esas sendas milenarias, entra curvas, que alcorzaban el camino para llegar a esa tierra prometida. Y aumenta más el ascenso hasta llegar a esa plana de las alturas desde donde se divisaba los campos dorados con chopos que dibujaban del cauce del barranco a los lados de la mies,... ya estamos llegando.
Y desciendo al fin para llegar al corral, a esa cabaña de pozal en la chimenea y a la paridera de esquilas y balidos. Y desciendo del paciente animal, ayudado por los brazos de mi padre,... y quiero correr y visitar,... y veo salir a las gallinas del corral, que me miran y me miran, porque ven que este jovencillo es nuevo en el lugar.
No sabía por dónde empezar, era el principio de conocer un mundo fantástico que el tiempo me tenía que mostrar.
Sí, que fue una experiencia chula, recordada y muy vivida en ese lugar para mí de ensueño,... las sendas de la vida.
Con respeto.
Chavierín.