Los tiempos marcaban la existencia, las parcelinas de la huerta mostraban el abandono de esas manos deformes,...de dedicación intensa,...de esperar siembras con los capaciellos, campañas hortelanas, refugio, entretenimiento o medio de vida,...
Lo que fue lo dibujan las balsas sedientas,...los frutales escasos de vida,... tullidos,que te miran y te dicen que esto se acaba,... épocas de dedicación que vendieron su vitalidad y sus continuos saludos. Así pasan los tiempos comparando lo que fue y lo que ahora queda,...recuerdos cargados de melancolía y resignación ante el mandato de la natura.
Compungidos están los buitres que te observan desde las rocas cercanas; allí, ellos se repiten año tras año, sin pena ni gloria, con su crianza, y riéndose, encorvados, porque con ellos no va la fiesta, sólo venden su majestuosidad como habitantes especiales de las alturas.
Camino río arriba en plena explosión de los cantarines, aves de pasa que les gusta criar por estos lares; palomas torcaces y picatroncos colorean el verdor reinante y asustan al caminante en su huida rápida,... y los demás te recuerdan que vienes al gran mundo de los insectos. Arbolarios y pinos luchando en los salientes rocosos para ver quién es el primero que asoma la cabeza por encima del hombro,... todo toma parte del atrezzo....
Y por fin,... llegar a ese lugar,...al puerto, donde abundan los seres de la maleza, los jabalíes y jinestras, donde los pinos de altura se regodean y giran los cuellos y te dicen que el lugar te lo guardamos. La balseta de manantial, en silencio, es testigo de miles de conversaciones entre los visitantes en busca de agua, corzos y demás pajareles. La explanada continúa, los manzanos y almendros, que sobreviven, resisten el acoso de la maleza, soltando de vez en cuando, palabras de enfado.
Aquí estamos todos en el hortal, en el puerto, cerca de la cabañuela, en tiempos, oferente de candil, disfrutando desde allí del eterno paisaje que no conoce los tiempos.
Hoy en estas sendas empiezan historias de nuevos pobladores que llegan con ilusión a revivir los remblares que con el tiempo tendrán sus vivencias y sus melancolías.
Mis recuerdos los completan las vivencias, que fueron por este camino maravillosas.
Con este pequeño relato, quiero homenajear, en el recuerdo, a un habitante precursor de la vida de estos remblares y que hace unos días nos dejó,... el estimado Francisco, buena persona, trabajador y ejemplo de amor a estas tierras.
Descanse en paz.
Chavierín.
Precioso reportaje, amigo Javier, que refleja la muy acreditada sensibilidad que muestras ante los entornos naturales visitados con anterioridad. Se ve que en este género te encuentras cómodo y tus disertaciones discurren ágiles y vivarachas como los arroyuelos del Arba.
ResponderEliminarUn abrazo. Feliz verano. JL