Las traviesas del tejado de la emoción no pueden resistir los aguaceros que últimamente nos están enviando la naturaleza y el hombre malo de la incultura.
En esta senda de la vida, nos ha castigado el virus de la mascarilla en demasía. Muchos ciudadanos han sucumbido a su acción. Las personas mayores han sido las más afectadas,... su organismo con menos defensas apenas ha presentado batalla y se ha acumulado la tristeza en los hogares y en las residencias de mayores. Sabido es, que el virus no avisó y nos cogió a todos desprevenidos, pero, sabido es también, que no todos los políticos estuvieron a la altura,... la ciudadanía sí que actuó con corrección.
Ante la urgencia de los casos, el Gobierno hubiera necesitado la colaboración y los ánimos de todos los grupos políticos, pero no fue así, el mundo conservador y sus medios afines, se dedicaron a malmeter y a crear un ambiente irrespirable en el congreso, llegando a indignar a los ciudadanos. Su maldad fue tal, que consiguieron quitar esos momentos de emoción y esfuerzo que se daban en los balcones, por unas caceroladas de ideología política que nada tenían que ver con la celebración,... su conducta fue miserable.
Van pasando los años y el virus parece que remite y se empieza a respirar. Han pasado dos años y nos queda el preguntarnos, ¿ cómo han sido capaces estos personajes de la política de comportarse de esta forma tan terrible ?,... nunca tendrá perdón.
Junto a estos momentos gélidos que hemos vivido, del virus y la maldad política, se está sumando el tema de la guerra de Ucrania, que nos está metiendo otra vez en la intranquilidad del sufrimiento y el abuso de tristes recuerdos. Las imágenes de bombardeos inmisericordes contra las poblaciones están violentando los principios de racionalidad que requiere el vivir en el año 2022, donde se daría por sentado que la convivencia y las ganas de disfrutar de la vida, sería lo prioritario. Un dirigente político, Vladimir Putin, que no le da ningún valor a la vida, está tensionando de nuevo la convivencia mundial y eso, es muy temible,... sigue obcecado con su guerra. Queda el luchar contra la locura de imprevisibles consecuencias o esperar que el dirigente se apiade y entre en razón. La palabra sería lo recomendable.
Está claro que estamos siendo violentados por la locura de personajes excéntricos, en el mundo y en España, que no nos han dado ni un minuto de sosiego,... algo habremos hecho mal,... quizá los grandes organismos mundiales de la concordia no han sabido transmitir a estos dirigentes la importancia que tiene en el mundo la convivencia.
Tiempos gélidos nos toca vivir.
Por lo visto la bondad no tiene ningún valor.
Chavierín.
Yo creo, Javier que, a pesar de la que está cayendo, el mundo ha ido a mejor. Es cierto que queda mucho por arreglar pero las guerras de ahora no son como las de antes. Ahora se televisan y la información sobre lo que está pasando fluye cada segundo.
ResponderEliminarEsa conciencia general de horror a lo que pasó con el virus y ahora con la guerra no va a difuminarse.
Estoy convencido de que vendrá a ser como una palanca que removerá las mentes torcidas y los liderazgos nefastos.
Quiero creer que será así. No puede ser de otra manera.
Gracias de nuevo por otro esclarecedor artículo.
¡Un abrazo!