miércoles, 19 de junio de 2024

MIKONOS

 

          Hoy me convierto en el retornador a los lápices y la escritura para completar los artículos que a bien tengo presentar cada domingo mediante. La excedencia me la concedió el dios de la monotonía para que cambiara de aires y visitara el mar. Mi cuerpo, agradecido, recibió raciones de sol marino con más fuerza que el sol del agricultor primaveral que en estas fechas está acetrinado por el rudo trabajo.

     " perla morena que iba por el malecón 
de las esperas "

     El lugar de portento y bahía, que me conoce bien, era el poblado medieval y su castellet de Peñíscola en el Levante español, moruno en los principios, y castellano y papal, en los tiempos del Reino de Aragón.

     .... en recuento ....

     Ya han pasado cuarenta años desde aquel tiempo de la juventud, en que el campin y el dancin, dancin, entretenía a la gente del interior con barcos de vela nunca vistos,... divisamos el mar.

     Ahora, ya en mi mundo de la edad, durante unos días, ha hecho acto de presentación este delegado del gobierno y ha rendido pleitesía al alcaide de la fortaleza, para saludar y ver cómo están dando vida a ese conjunto de almenas que mira y vigila el mar. Ojos de mayor, más consciente, son los que observan la admiración por ese recinto, su trabajo de recuperación e información al visitante crea un halo de modernidad para mostrar nuestra historia al mundo. Las garras del viejo escalador para llegar a su cima, cierta queja dieron, pues quizá los medievales eran más lozanos que nosotros para defender sus pertenencias. La piedra sacra que nos protegía del enemigo se queda portentosa entre la distinción aunque pasen los siglos,... impresiona ese rincón.

    Y después del descenso de la fortaleza me encuentro por las casas del plebeyo que presentaba sus tenderetes por sus calles azules de rincones interminables. El mar rodeaba nuestra admiración por todos los lados, azul inmenso de contemplación donde parece que no pasa el tiempo.

     .... de continuidad .... 

     Las olas golpean, siguen en su empeño de conquista hasta llegar al bufador de sonido que observa el gentil. Y llego al cercano recoveco de ese lugar, al Pub Mikonos, donde unos señores vuelven después de los años a contemplar sus paredes y a llenarse de recuerdos,... parece que el duende de entonces te quiere reclamar,... ¡ qué tiempos aquellos !

    Y recorro la bahía de la modernidad y el mar, y llego al hotel a descansar,... a observar, a esos matrimonios mayores como el mío que también quieren frenar el paso del tiempo. Detalles y atenciones ves de ese amor inconfundible cuando uno de ellos sigue el camino con dificultad y el otro se convierte en su apoyo emocional,... todos estábamos allí para descansar.

    Grato recuerdo me traigo de Peñíscola,... siempre he tenido una conexión especial.

    Todavía cantamos,... todavía soñamos,... todavía esperamos,...

     Así es la vida,...

     Chavierín.

     

      

2 comentarios:

  1. Me ha encantado tu entrada de esta semana, Javier.
    Cuántos recuerdos, cuántas vivencias y experiencias disfrutamos en los años mozos allá en Peñíscola.
    En aquella época todo eran risas, música y canciones.
    Todavía mantengo vivo el recuerdo de tu hábil rasgar de la guitarra, las improvisaciones con las letras y los coros sobre la marcha.
    La cerveza La Zaragozana nos proveía de combustible para pegarle fuego a la noche peñiscolera. Luego venían los escarceos con las chicas, las trasnochadas..
    Es verdad que ahora con la edad y la experiencia las cosas se ven desde otra perspectiva. Pero me alegro que hayas disfrutado tu estancia en la tierra del Papa Luna.
    Si. Aún cantamos, aún soñamos...
    Afortunadamente todavía nos queda gasolina.
    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar
  2. Saludos fuertes por el encuentro y tus palabras, un abrazo.

    ResponderEliminar