En la pequeña ventana con arco medieval, era dónde sacábamos las entradas para ir al cine de José de Canales, hombre experto en entretenimientos de salón y pantalla. Hoy nos proyectaba una película de Kit Carson, un trampero, agente indio del gobierno federal. Las entradas sin numerar, nos daba opción de colocarnos cerca de la pantalla para no perdernos ningún avatar de este valiente explorador. Las películas del oeste y los flecheros de los indios en las estepas de Kentucky, nos tenían atrapados; los domingos a las tres, éramos los infantes más felices del mundo,... esperábamos con expectación en cola, para entrar los primeros al cine.
Y recuerdo a la pequeña cabina de madera en el hall, rodeada de poster de películas que nos introducían en ese mundo de Hollywood y escenarios en otras partes del mundo. La cortina perenne en la puerta al entrar a la sala, nos dejaba en la oscuridad para ver con qué nos sorprendía ese día el ingenio del director,... y ¡ tenían talonarios de entradas de todos los colores !....
.... porque tengo antecedentes, escribo el relato....
El sorpresario fue grande al encontrarme, hace unos días, con esta bella película italiana. Conocía la música al piano que Ennio Morricone compuso para la misma, pero nunca había visto la película. Cinema Paradiso es una historia costumbrista realizada en un pueblo siciliano a los pocos años de acabar la guerra; una película tierna, adorable, con el toque rural en aquellos años en los pueblos, de cuando sentíamos verdadera devoción por el cine. La historia del operador de la máquina con la complicidad de un niño huérfano, curioso y preguntón dentro de la cabina, que también era monaguillo, nos envuelve en esa atmósfera de carbones y luces fuertes que conocimos de críos. Los recortes de las películas que, a veces mirábamos a contraluz, nos hacían cómplices, eran los trozos que la censura mandaba cortar al operario. La atmósfera rural construida por el director, de paisanos y ocurrencias, te manda obligatoriamente a esos momentos que nos tocó vivir de atención dentro del cine y de los cuadros de alerta en la pantalla,... "de cuando salían muchas mosquicas blancas en la pantalla ",... esas películas habían viajado por todo el mundo en un saco dentro de unas latas, antes de llegar al pueblo,... tenían cierto deterioro.
.... y recuerdo el saco de las películas, apoyado en el puerta del bar de Conrado, en espera del autobús....
La mezcla de escenas de películas de aquellos años, de todos conocidas, se juntaban con el relato bello y tristón, acompañado de la música de Ennio Morricone, haciendo de la película un descubrimiento melancólico y una obra de arte, que nos transporta a aquellos años de amor al cine. El ambiente creado dentro del cine es el mismo que conocimos en el pueblo,... con el humo de los cigarros entre los haces de la proyección, y el talegón de pipas de dispensario,... momentos plácidos.
.... agradable descubrimiento ....
Todo el mundo del cine aplaudió esta película,... y recibió muchos premios, incluyendo un Oscar,... pero lo bueno es, que se dio a conocer esa época,... representa lo que disfrutamos en la infancia con el cine en los años sesenta,... todo era mágico.
Ahora queda en Uncastillo el local con sus atrezos y escenario, arropado por una tienda de antigüedades, que en cierta manera, nos protege de la melancolía que transmite el edificio,... continúa allí para que no caiga en el olvido.
Mucha carga emocional contiene esta película,... no sé,... igual es que me voy haciendo mayor.
Chavierín.
Olé de nuevo, Javier.
ResponderEliminarNunca deja de asombrarme tu capacidad para recordar finos pero importantes detalles de tiempos pretéritos.
Esas pinceladas son, por cierto, las que le dan más gracia si cabe al relato.
Y estupendo recurso enlazar tu recuerdo con la película de Giuseppe Tornatore que por cierto me propongo visualizar en cuanto pueda.
Así que ya tenemos otra pieza más para afianzar la crónica de hechos y situaciones de nuestra infancia en el pueblo.
Tu labor de cronista bien merece un reconocimiento. Con estas líneas te mando, desde luego, el mío.
¡Saludos¡
JL
Cuando anunciaban la película del domingo nunca preguntábamos el titúlo; daba igual, de qué es? de indios, de romanos, de espadas...Era el cine, y ya. Me encantan estos artículos, o como muy bien dice José Luis, tus crónicas. Desde Leganés, un abrazo.
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