Los reyes del puchero, ranchos y timbales, poblaban el ramblar pasando la bota de vino de mano en mano. La chopera era la amiga fiel al lado del rio, mientras la cebolla tierna con sal y la oliva negra, reposaban en la hierba encima de un papel de periódico, dando a entender, que en sus casas también sabían leer,... los portentos de las letras,... en este papel egregio se envolvía el salón de las cabras para llevarlo al bar como aperitivo en las fiestas patronales.
....los ojos que ven ....
¡Pues nada mozé , hace tiempo que no probamos los berberechos de palillo y gusana en la bandeja blanca de mostrador !,... han pasado de ser los auxiliadores del vermut de los pueblos después de la misa mayor, a ser un producto de élite para los bolsillos pudientes, su alto precio que viene de las marismas nos complica la vida a la gente de interior y nos remite a tomar en su lugar, el huevo duro con sal, auxiliador de los tiempos de la posguerra.
.... el adorable consumidor....
Yo que me crié entre el rebaño lanar, donde a veces dábamos buen repaso a las costillas de palico del ternasco, hoy, en la era del 2022, apenas podemos degustar ese fruto del pastoreo, porque por su precio, la degustación solo alcanza para alguna fecha puntual. A la ternera tampoco la echamos mucho en falta, de críos, el carnicero no tenía ese producto, pero con la modernidad, y una vez degustado el manjar, descubrimos que lo bueno y tierno es para los bolsillos poderosos, y los demás, nos tenemos que conformar con aprender bien el oficio de empanar, porque nuestros dientes, por la edad, se manejan mejor con esa testura.
Y claro, tal como vienen los tiempos de avisos de maltrato a los animales, uno echa en falta los huevos de ponedor de los gallineros de San Juan en Uncastillo, o los de las gallinas de la libertad en el corral de Bielero en Varella, cuyas yemas tenían un colorido rojizo como ofrenda a las protestas de la gente del pueblo,... eran todo un manjar.
Mi padre me comentó que el día que acabó la guerra civil, se comieron un cerdo negro de las dehesas de Extremadura,... y ahora que lo pienso,... seguro que era de bellota. En las Grandes Superficies, el pladur de las paredes está plagado de estos jamones, rojos, tapizados de una aceite especial que no te invitan a nada, vista tu estampa, porque para comprarlos hay que llevar abrigo verde o ser socio de algún bufete de abogados. En unos trenzadores de cuelga, solos en los pasillos, están los que llevan alguna untadica de dehesa, los de recebo, pensados para los que quieren hacer un extra y parecerse a los señores de las casas bien.
Para este mundo, es de reverencia, hacer un homenaje a las trancas de cuelga de la matacía del cerdo en el pueblo, que impregnaban las cocinas de alimentación para pasar los inviernos,... eso era lo nuestro y lo que nos hacía crecer con gallardía en aquellos tiempos,... era el mundo de la gente humilde.
.... hemos ido a la escuela....
El dolor en este mesón, nos queda porque la línea de los precios crea barreras y hace distinción,... el dolor nos queda por las malas condiciones de cría en las granjas que le ocasionan mucho estrés a los animales,... y el dolor nos queda, porque por su uso descontrolado están deteriorando los ríos y los campos,... el medio ambiente no puede más,... y el animal en libertad tendría otros alicientes.
Los ciudadanos solo pedimos ciertas normativas para controlar los precios y producir alimentos de calidad que nos protejan de la manipulación y de las malas artes.
No queremos que nos engañen esos que producen toneladas de carne sin conocimiento para inundar los mercados,... ¡ qué miedo dan !
Con respeto.
Chavierín.
Esperaba con impaciencia la nueva entrega y... no me ha defraudado. Abordas un tema de gran actualidad y denuncias los tejes manejes de los que gobiernan el mundo de la alimentación.
ResponderEliminarComo de costumbre, el relato lo sazonas con una pizca de ironía que todavía le da más gracia al relato.
¡No veas cómo me he reido con lo de que sólo los socios de algún bufete de abogados pueden catar el jamón de jabugo!
En fin, qué te voy a decir. Poco más puedo añadir a tus acertadas palabras de denuncia.
Las decisiones políticas van muy por detrás de la realidad social. En educación, salud, atención social y... alimentación.
Y la presión de los grandes grupos económicos todavía ralentiza más la toma de decisiones.
No se entiende que las macrogranjas y su modelo de explotación no estén ya prohibidas en España.
No me extraña que te acuerdes de los tiempos de niñez. Aquello era otro estilo de vida. Más natural y más pegado al terruño.
Buen reportaje, D. Javier
Afectuosos saludos
JL