miércoles, 5 de abril de 2023

EL TONTO DEL CAPIROTE


         ¡ Hay señor, señor !, tenemos un problema, no encontramos costaleros para sacar los santos en las procesiones de Semana Santa, no hay personas con devoción y sacrificio para dar paso a los capirotes y tamborines del espectáculo,
 y es que, se enfría el sentimiento, las tradiciones se van disipando porque los jóvenes son más realistas y dejan de lado las parafernalias religiosas. Los costaleros nacidos en el 55 ya no podemos echar una mano, no tenemos el arreo suficiente para aguantar el peso de Pilatos porque nuestras garras por la edad se curvan en demasía y nuestro convencimiento espiritual va perdiendo fuerza por la edad y por los oscuros devaneos de la iglesia.

    Recuerdo la Semana Santa que conocí de crío en Uncastillo. Era una semana rimbombante de culto y ceremonial, con un franciscano de apoyo que venía a reforzar el culto y a perdonar los pecados. La procesión de Viernes Santo, en aquellos años era  silenciosa, con gran afluencia de gente y con las lamparillas de "perdona a tu pueblo señor " en las ventanas que reflejaban las tristezas de tiempos pasados. Por el duelo había que estar en casa a las diez y no cantar, no estaba bien visto. El incienso funcionaba sin parar entre los cultos del Oficio y las carraclas de protesta de muerte a los infieles. Era la gran Semana Santa instalada en una población pequeña, que ahora pide ayuda porque sinó los pasos no van a poder salir. Este problema lo tienen en muchas poblaciones.

    Pero dejando de lado la realidad puntual de la Semana Santa, bueno es el entender que lo evangélico y la tradición puedan ir de la mano. Los capirotes y la cara tapada nos revierten al siglo XVII, de cuando la Santa Inquisición ajusticiaba a los reos y les colocaba un capirote y les obligaba a recorrer la ciudad. El " tonto del capirote ", así le llamaban, era para que la gente supiera quien era el condenado. Después las cofradías adaptaron ese gorro penitencial para expiar sus pecados,... eso dicen, acompañados de los tambores que eran contrarios a la disciplina impuesta por la Santa Inquisición que obligaba a taparse la cara como respeto en la Semana Santa. 

     Entender los rezos y la devoción religiosa acompañando a esa época oscura de la Inquisición no es muy fácil para un cristiano de fe que busca el recogimiento. Alguna vez he comentado que el espectáculo y el rebujito se mezclan con mucha facilidad en las procesiones de Sevilla. 

     Hoy las cofradías son las que mantienen incansables ese espíritu del tamborín y el disfraz, sin ambages, son en cierta manera los herederos de la Santa Inquisición.

      Entrar a San Cayetano en Zaragoza en Semana Santa, produce cierto miedo. Color negro,... mirada fija, así son los semblantes de los cofrades que velan los pasos, todos son muy mayores,... con caras serias, como ajusticiando.

      Quizá en este país aún vivimos con los miedos.

      Chavierín.

       

    

     

     

     

           

2 comentarios:

  1. ¡Ay de quien se atreva a cuestionar la inmemorial tradición de las procesiones de Semana Santa!
    Tu lo haces con delicadeza y finura; como acostumbras.
    Y reflejas de maravilla la antinomia entre lo que ahora se considera un evento religioso y la crudeza de sus orígenes.
    El nivel social de la gente todavía se relaciona con la cofradía a la que pertenece. Es difícil ser inclusivo en este tipo de eventos.
    Lo siento, pero a mi ya no me llaman la atención las procesiones.
    Como siempre -como tú dices- con respeto
    JL

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  2. Toda la vida viendo la semana Santa, con los años te llega a cansar.
    Saludos José Luis

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