De regalo me vino para conocer el desencanto, el final de una historia triste creada en el pueblo de Ainielle en el sobre puerto del Pirineo, donde entremedio de quejigos y encinas, se recreó la cruda realidad de la despoblación. La muerte lenta y pesarosa de esa historia la escribió Julio Llamazares en su libro La Lluvia Amarilla, que se quedó como referente de la tristeza en esos pueblos abandonados, donde las campanas de las iglesias ya no suenan,... ni las golondrinas los visitan en la primaveras porque les falta la compañía de los abuelos del hortal. Solo quedan las higueras y el manantial de raza eterna acompañando a esas latas abandonadas que cuelguen de las ramas del antiguo peral, manteniendo el ruido de la hojalata, para que al menos, las aves del cielo respeten sus frutos.
La lluvia amarilla la que dicta sentencia por la llegada del invierno en las pequeñas poblaciones del sacrificio, donde se preparan para cerrar las puertas y ventanas, donde no cantará mucho el gallo del gallinero y donde el cierzo aupará los ánimos de los pocos habitantes que quedan para rellenar, al menos, el agua bendita de las iglesias.
Julio Llamazares nos habló en su libro de la riqueza cultural, de años, que portaban las personas de los pequeños núcleos que sufrían por su realidad en la montaña, la soledad,... el paso del tiempo irreparable,... los recuerdos,... la melancolía,... cuando todo se acaba,... la muerte,... la locura,... el éxodo rural y la desaparición final de los senderos que comunicaban su vida con la cruda realidad,... había que jambrar.
.... una bella remembranza de alabanza ....
Contagiador está Julio Llamazares en la entrevista que le realizó el periódico El País para presentar su libro "Vagalume ", luciérnagas, que cuenta la historia del escritor que vive bien en la tranquilidad del silencio. De importancia para el escribidor es su comentario sobre el placer que produce el crear historias en un papel, sobre esas personas que cogen el lápiz y papel y se ponen a escribir, sin que apenas les lean, porque tienen la necesidad de anotar cosas.
Comenta que siempre le han fascinado esos escritores que se han movido en la discreción,... en la tranquilidad. De eso trata su libro, Vagalume, de una persona que escribió relatos y se lo guardó para sí.
Presenta en la entrevista una bella reflexión: " En nuestro mundo nos educan para el éxito social y no para el éxito personal. Tu puedes tener un éxito comercial y ser un desdichado y haber gente encantada con su vida a la que no conoce nadie. Queda una alusión a la sencillez de la imaginación, para decir que él escribe sobre lo que ha vivido, sobre lo que conoce, lo que piensa de la vida o siente dentro de una coherencia. Aquí me identifico yo con mucha humildad y con mucha discreción, disfruto con la escritura.
En alusión comenta que la literatura es la música de las palabras,... la poesía de las palabras. Es el poso poético, esa magia que hace que las palabras signifiquen mucho más que en una conversación coloquial. Hay verdaderos escritores que eso lo reflejan muy bien y Julio Llamazares es uno de ellos.
Me considero la pequeña luciérnaga que me encontraba en las noches de verano en Uncastillo camino del huerto de la Luna.
Un placer leer su entrevista.
Con respeto...
Chavierín.
Mi total adhesión a lo que hoy comentas, Javier. Escribir nos hace reflexionar pero también sirve para mantener viva la memoria, clarificar el pensamiento, compartir intereses, inquietudes y vivencias, conectar con los demás...
ResponderEliminarSiempre digo que cuando empecé -casi por casualidad- a escribir en el blog, nunca me imaginé como este formato iba a enriquecer mi vida mental, personal y social de una manera tan profunda y creo que tu has recorrido un camino similar.
Enhorabuena porque -cada uno en nuestro estilo- compartimos esta maravillosa afición de plasmar por escrito nuestros devaneos, nuestras cuitas y, por supuesto, nuestras alegrías.
¡Un abrazo!
Sí, es verdad, es una afición puntual que enriquece. Fue un acierto comenzar con esta afición.
ResponderEliminarSaludos, José Luis.