lunes, 8 de agosto de 2022

LOS HEREDEROS DE LA TIERRA


           A la hora de nacer como manda la natura, la cigüeña tubo a bien depositarme en la habitación que estaba encima de una confitería. 

     El lote que me tocó de colonización estaba en un pueblo cercano a los Pirineos, en Uncastillo, construido alrededor de su castillo con piedra claustral. Así fue mi herencia de la tierra, me depositaron con suavidad en un colchón de lana para hacerme cargo del trozo de existencia que me pertenecía.

     Tuve suerte,... estaba muy arropado, en un caserío grande con paredes salitrosas, maullidos de gato y el tañido de las campanas. Nací en este egregio lugar de historias viejas de siglos, entre campos de cereales y rodeado por dos ríos, casi casi como el Tigris y el Eufrates,... sin Moisés y sin la cesta de mimbre,... ese fue mis destino, al menos eso figura en la cédula del sorteo dado en el ayuntamiento para defender a la patria,... no me puedo quejar.

     Este fue mi destino un mes de marzo de 1955 cuando mi padre se encontraba en el barbero y sonaba la campana de la novena de san Francisco Javier en la iglesia.

     La aparición me tocó en la terna de Occidente, en el país donde se hablaba el castellano y se cantaban jotas en los campos. Sus cielos y los aires se cubrían de las lluvias venidas de los grandes mares y de los calores del desierto. Entre Pito y Valdemoro nos tocó vivir, ni frío ni calor, y donde el aire se podía respirar al atardecer. Teníamos alimentación que venían de las montañas y de los mares también, para que los calderos alimentaran a las tribus. Gordos y acetrinados se arremolinaban en las sombras de las choperas para digerir la siesta con un resuello de placidez, mientras las esquilas del rebaño musicaban el rato.

     Así más o menos, poblamos la tierra los occidentales, con sayal y escudo para defender los intereses, con muchas leyes y muchas lenguas que aprender. Todos éramos de un color. Los orientales en cambio, eran de más colores, amarillo, negro, cobrizo... y con menos fortuna en la vida. Conocieron hambrunas y sequias y sufrieron el acoso de los potentados. Fueron los que heredaron de la tierra la escasez de lluvia y alimentación y conocieron las penurias. No eran nadie,... esclavizados, vilipendiados, dominados,.... cayeron en el lado negro de la historia. 

     Y qué podría decir de la locura y maldad de esos gobernantes que causaron tanto dolor en el mundo,... en las grandes guerras,... en las Trece rosas,... en las cunetas,... en la memoria,... esos desgraciados no heredaron nada de la tierra,... heredaron la maldad.

     Unos pocos fueron los afortunados y muchos, muchos, los desgraciados.

     Yo no me puedo quejar,... la cigüeña me dejó presto para luchar en la vida y me defendí,... aunque ahora tengo otra misión en la tierra, "como Moisés ", el procurar que el apellido Cay perdure en la familia,... mi nieto Mateo ha venido y me ha dicho,... ¡ abuelo, presto estoy para reescribir la historia !

     Los herederos de la tierra.

     Con respeto.

      Chavierín. 

    

2 comentarios:

  1. Poética reflexión sobre la propia identidad personal, Javier. Me ha gustado mucho. Además tocas un tema al que yo también le doy muchas vueltas.
    Es cierto que la fortuna nos deposita en un lugar, un entorno ¡y una época! con las que tenemos que lidiar.
    También es verdad que -visto con la perspectiva de cómo está el mundo- hemos sido bastante afortunados.
    En todo caso, nuestra existencia viene a representar algo menos que un punto en la extensa línea de la presencia humana en este planeta.
    Vivimos el tiempo que nos ha tocado vivir pero la vida continúa y el futuro espera a nuestros nietos, sus hijos, los hijos de sus hijos y más allá.
    La clara percepción de esta realidad se manifiesta con más nitidez cuando (como es nuestro caso) adquirimos la condición de abuelos.
    Ambos tenemos no una, sino varias misiones con nuestros nietos. Tenemos ya que ir pensando en el recuerdo que quedará en sus mentes cuando nosotros ya no estemos.
    Los momentos de amor, cariño, diversión, respeto y dedicación son los que mejor recordamos de nuestros mayores.
    Yo creo que esa debe ser nuestra tarea con los nietos y estoy seguro que tu también estarás de acuerdo.
    ¡Un abrazo!

    JL

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  2. Estoy completamente de acuerdo, José Luis, muy ilusionado.
    Sabes que seremos abuelos ejemplares, un abrazo.

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