Irreverente podría ser el nombrar este altar de rondadera, la Esquina de la Purisma, en mi noble pueblo de paseantes y sentimientos, Uncastillo, porque, aunque fuera con unas copicas de más, el sentir tomaba vuelo y se introducía en nuestra mente en forma de canción y gorgoritos, y nos incrustaba más en esas piedras que nos vieron nacer,... " esquina de la Purisma cuántas veces te he rondado y las que te rondaré ".
Desde mi ventana oía el cantar del pastor de los domingos en el Paricio, cuando por la noche volvían lentos a sus casas y le dedicaban una canción a la Virgen,... la tierra que siempre amaron.
Pues sí, la "Fontana de Treví ", de donde emanan esos sentimientos del cantar, siempre se han presentado al final de la fiesta y la celebración, los pastores después de toda la semana en el monte con el rebaño, bien eran merecedores de echar unos tragos y entonar una canción con los amigos,... ¡amos digo yo !
Las rancheras siempre se han cantado también, cuando la fiesta iba in crescendo acompañadas de un tequila con limón,... y otro y otro. La potencia se demostraba con las voces afinadas de parranda mientras la letra recreaba historias de desamor y traiciones. No queda de menos decir, que, " El Ebro guardia silencio " o que, "La nieve ardía ", siempre salían a escena al final de la fiesta acompañadas de una botella de licor. Estas romanzas de Aragón siempre han sido hito de susurro de pertenencia. Cuando de crío en el internado, lejos de casa, escuchaba alguna jota de la tierra te invadía la melancolía y se creaba un enlace espiritual que te devolvía a tu tierra..
Recuerdo aquellas bodas prebendosas que de crío observaba en casa Jordán, cuando pasaban las bandejas de ternasco del horno a la mesa de los novios, preludio de fiesta, cantos y licor fino; el Calisay y el Licor 43 poblaban las mesas mientras las jotas inundaban el barrio del Cuco. Y qué no diría yo de las celebraciones en el casino y ¡ vivan los novios !. La ceremonia comenzaba con tranquilidad y acababa al final entonando jotas entre las guitarras y bandurrias de Adrián y alguna botella de champan en el corro,... ¡ y Uncastillo es nuestro pueblo,... sí, si,... hay, hay hay !,... ¡ pelusa en los brazos se ponía pues !
Muchas veces esa guitarra roja que me compré en una tienda del Tubo con las primeras perras que gané limpiando granjas en el convento de la Oliva de Carcastillo, me acompañó en las cadieras del fuego y en los días de rondadera con los amigos en las noches de blanco satén y tono fino.
Es bueno reconocer que ese canturreado quizá comenzó en los tiempos de monaguillo en las iglesias, el aporte a los cánticos de Ad Terciam y misas de Requiem aeternam a nuestra voz, dispararon el espíritu del cantar y nos convirtieron en rondadores,... aunque quizá el pecado nos rondó por llevar unas copas de más.
¡ Cuántas canciones nos acompañaron pues !,... La Chica de Ipanema, Alfonsina y el mar, Las Mañanitas, Recuerdos de Ipacarai, El preso número nueve,... los diestros italianos Adriano Celentano, Nicola di Bari,... y las jotas de la tierra, las que aprendimos de nuestros mayores cuando las cantaban en plena cosecha,... ¡ Santo Dios !, tenían fuerzas para todo.
Pido perdón por poner de medianero al alcohol para hablar de las rondallas, pero es que todo era así,... te levantaba el ánimo y el espíritu volaba en libertad,... pasamos buenos ratos.
La época que nos tocó vivir,... como la de esos jóvenes de la fotografía.
Chavierín.
¡Ahí va! ¡Qué capacidad de recuerdo! ¡Vaya memoria evocativa!
ResponderEliminarHe disfrutado recreándome en la narración de los hechos que con tanto acierto y precisión has dibujado.
Todavía resuenan en mi mente los cantos de los mozos que yo también escuchaba desde mi casa ¡Cómo pasa el tiempo!
Precisamente no hace mucho me vino el mismo recuerdo de la cuesta penosa, lejos del pueblo. En Romford, en el Reino Unido.
Allí mismo, en plan jocoso, echando mano de la conocida jota de la Purísima compuse la siguiente jota alternativa (ya me dirás tú lo que pega Romford en una jota)
Ay que cuesta tan penosa
La de Romford en la plaza
Ay que cuesta tan penosa
La bajo por las mañanas
Por las tardes me destroza
Por las tardes me destroza
La de Romford en la plaza
¡No hay que perder el humor, Javier!
¡Un abrazo!
Esta bien esa adaptación de la Cuesta tan penosa. Siempre con humor, es importante, Saludos.
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