domingo, 25 de agosto de 2024

EL LIBRERO DE SAN MIGUEL

                   En mi periplo laboral por las extensiones de los grandes almacenes me tocó recalar unos años en el Sancta Sanctorum de los descendientes del Junco Infinito de Irene Vallejo, la librería. 

     La postura y el aprendizaje de buen tendero en ese lugar, la aprendí a costa de colocar en las estanterías los libros de las editoriales, y memorizar títulos para el cliente interesado. Entonces no existía el ordenador para buscar títulos y era la memoria del buen vendedor la que respondía con sabiduría a la demanda del cliente.

     Nos guiábamos por las editoriales, que eran las que nos daban las pistas para su localización, pero cuando se puso la moda de colocar los libros por contenidos, se hizo mayor la necesidad del buen vendedor; había vendedoras que leían la mayoría de los libros y  aconsejaban al cliente con una sabiduría grande. Era el reconocimiento al buen vendedor, cuando un cliente te pedía consejo para comprar un buen libro y dabas en el clavo por las felicitaciones que vendrían a continuación.

     Trabajar en una librería es una experiencia muy grata, porque allí acudían los clientes con un silencio y una devoción que llamaba la atención. Es de reconocer que los lectores de libros que visitan las librerías son de otro mundo, juiciosos y prestos a disfrutar de la racionalidad de los relatos. El comprobar la sinopsis de los libros en busca de argumentos que les confortara el espíritu, era un ritual que no tenía desperdicio,...  cóbreme este libro por favor !.

    El mundo editorial se movía entre las novedades y los best seller como fuerza de atracción puntual con firmas de autor y promoción, pero lo que realmente enriquecía la sección eran la cantidad de libros que vivían expuestos a la demanda, como la colección Austral infinita de los clásicos españoles.

     Tengo que reconocer, que en aquellos años, no era muy amigo de la lectura oficial de letras y relatos, pero sí me decante por las colecciones de Grijalbo y Martínez Roca sobre los aventureros y la aventura moderna de los años ochenta. Me compré todos los libros que iban apareciendo en la sección y disfruté con la vida y aventuras de personas que conocieron el mundo en solitario en condiciones extremas. Libros de supervivencia en el Amazonas,... en las selvas  de Borneo,... en una isla solitaria en el Pacífico,... Dersu Uzala,... el ultimo lugar salvaje en Escocia y más y más,... sí que disfruté con apasionamiento de la lectura y la audacia de las personas.

    Al final mi destino acabó en la librería y me trasladaron al mundo del Deporte, pero me quedó la impronta de la aventura y la montaña, y allí dediqué mi pasión por los componentes de estas actividades,... disfruté mucho.

     Hoy, en mi casa, estamos rodeados de libros; la pasión que mi mujer siente por la lectura también me contagia y los libros nos rodean por doquier.

     La gran Irene Vallejo hace del libro un eterno poema.

     Me siento parte de ese mundo,... también fui aprendiz de librero.

     Chavierín.
 

     

4 comentarios:

  1. Si señor. Qué mundo tan maravilloso se abre a nuestros ojos cuando enfilamos la lectura de un libro que nos envuelve.
    Se nota cuando una persona lee con pasión y constancia. Suele decirse que esa persona está "muy leída" y, netamente, su visión del mundo se amplía.
    Tuviste la experiencia de vender libros y esos años fueron realmente enriquecedores. También -creo recordar- que en algún momento vendiste música ¿es así?
    En todo caso me siento tributario de tu afición a la guitarra y al mundo de la canción. Tanto la lectura como la música nos generan intensas emociones y vívidas experiencias. Por nuestra salud emocional e intelectual debemos mantener ambas pasiones activas todo el tiempo que podamos.
    Bello artículo el de hoy, D. Javier. Su lectura ha servido tambén para ventilar un poco el espíritu.
    ¡Un abrazo!

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  2. Gracias, José Luis, por tu apoyo, también me tocó vender algo de música y también me compré todos los libros de música que encontré en la librería, tengo varios de aquella época.
    Seguiremos para adelante, un abrazo.

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  3. Los libreros de raza prácticamente han desaparecido. Sustituídos por los empleados de comercio buenamente nos atienden, con ayuda del ordenador, pero los clientes que recurrimos aún a los libros hacemos lo posible porque ellos sean también un poco libreros y no solo despachantes de libros. Enhorabuena por haber tenido un oficio tan digno como interesante.

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  4. Agradecido por las palabras, señor de Valladolid.

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