De aquellos años recuerdo los principios de un mundo por descubrir, aunque ya estaba colocada la techumbre de las termas, las sigillatas y teselas en blanco y negro se encontraban por doquier porque ningún docto tenía interés en cuadricular el terreno y hacer un trabajo serio.
En el tiempo que estuve, se centraron todas las excavaciones en el frigidarium, en el caldarium de las termas, apareciendo agujas de hueso en abundancia en el desagüe de la piscina. Trabajar con los cedazos en la arena, era descubrir un mundo de sorpresas y enseñanzas,... con el profesor al lado.
Nuestros oídos volaban en busca de las deliberaciones por los hallazgos, nos hicieron partícipes y aprendimos el funcionamiento de las termas de forma fácil. El lugar donde se encendía el fuego,... por donde discurría el calor debajo de un sobresuelo,... las marcas de las columnas que lo sostenían,... los ladrillos rojos del sobresuelo,... fueron días de clases magistrales para los que teníamos curiosidad por conocer.
Me quedó de aquellos días un buen sabor de boca y unos recuerdos que siempre los tengo en la memoria.
Yo soy de los que disfrutan desde el primer día, hace 18 años, con el buen trabajo del Doctor Andreu y los estudiantes en Los Bañales y, digno es reconocer, que siento curiosidad por los descubrimientos que todos los días nos presentan en la red. Los otros detalles que se mezclan con la arqueología, no me interesan nada, no son convenientes si queremos seguir con este cometido. La comarca vive momentos apasionantes con Los Bañales y no es bueno crear tensiones.
Que las lucernas romanas nos iluminen a todos para encontrar la tranquilidad.
Con mucho respeto.
Chavierín.
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