Negar lo evidente y aplaudir al mentiroso como religión, resta posibilidades al entendimiento. Es complicado, porque se mezclan las ideologías extremas negacionistas con las costumbres de antes de una guerra de misal y disciplina, que impiden evolucionar.
El dilema, pensándolo bien, es muy duro. Intentar convencer a una persona con la lógica de la verdad un día sí y otro también y ver que no consigues nada porque lo mandan las estrategias de su partido, es deprimente,... así podríamos estar hasta la eternidad.
En estos días pasados, sin ir más lejos, la cantidad de estertores y acusaciones falsas que lanzaban los diputados del PP tratando de incomodar al ejecutivo, nos llevan a preguntarnos para qué sirve Congreso si no existe la racionalidad.
Cuando la sociedad aplaude a un "Julián "mentiroso, es fácil pensar que la Democracia no es buen sistema para alcanzar la luz. Hoy día todo lo que opinan los analistas, los científicos, los grandes pensadores que favorecen la verdad, encuentran otro grupo que les lleva la contraria solo por incordiar. Lo triste es que son gente sin preparación que quieren conquistar el mundo.
Ante estas contradicciones, los pensadores se afanan por interpretar este fenómeno político que da más pábulo al mentiroso que al político justo.
El político mentiroso puede mentir las veces que quiera que nadie de su bancada se lo recriminará. Si el político justo miente una vez, enseguida estará en entredicho y tendrá que dimitir,... así son las cosas. Así ganan los malos.
Así hacen política los partido exaltados de la derecha de España y del mundo, mintiendo sin parar, inundando la sociedad de contradicciones y polarizando al máximo la sociedad para ganar las elecciones.
Para que podamos comprender esta verdad, el profesor Sánchez Cuenca, en el artículo que escribió hace unos días en el periódico el País " El Valor de la Mentira " , nos explica de forma magistral, el porqué les interesa a estos partidos políticos emplear la mentira para llegar al poder.
Un gran ensayo. Sánchez Cuenca, muy esclarecedor.
Con respeto.
Chavierín.