domingo, 24 de marzo de 2024

WOODY ALLEN

           MIDNIGTH    EN   UNCASTILLO

     Yendo de la mano del famoso diseñador de hoteles, Martin Brudnizki, me vienen a la mente ciertos lugares de diversión que en tiempos llenaron la vida de entretenimientos que podrían reafirmar la idea de este diseñador que dice, que un gran bar o el hall de un hotel, tienen que respirar diversión y frivolidad, retornando a aquellas épocas doradas de Media Noche en Paris de Woody Allen, en los cinemas, o en las épocas de Cancela y el Plata de piano picante de la ciudad que habito.

Media Noche en Paris .... entre clarinetes y trompetas ....

     Para comenzar retornaría con el cigarro en la boca, a esas épocas de cafetín para sentarme en las mesas de mármol y observar la vida y la guinda de lo que yo conocí en los principios en mi lugar de nacimiento. 

     La normalidad se reflejaba en los cinemas de cortina y humos para conocer otros mundos de curiosidad y aventuras. La costumbre dinamizaba el descanso de los domingos. El llevar viandas de casa para merendar y juntarlos en la mesa en los ambientes del bar, era lo cotidiano en las fiestas de guardar. Allí florecían conversaciones que creaban escenarios de esas noches de París. Más de una vez volaban las canciones y las jotas cuando la voz se afinaba por la placidez. Todas esa reuniones resultaban memorables,... sería por los años sesenta.

     Recuerdo el complejo, Casa Jordán, en el barrio de El Cuco, que llenaba todo de frenesí francés, un bar grande con columnas de arcos con varios camareros, un pequeño escenario con su piano al fondo y las mesas de color gris que adornaban el atrezo. El complejo se completaba con un piso superior y con una pista de baile cercana para los fines de semana. Aquí, sí que se ponía de manifiesto el gusto por la música en directo con actores casi traídos de Paris, el piano, la batería y el saxofón de Irineo, sonaban bien,... era nuestro glamour.

     Y ya las pinceladas de Woody Allen quedan en las alturas del casino y la calefacción de los inviernos. Un local que nació por imposición de alguna familia bien para crear categoría social y relevancia,.. ¡ amos digo yo !,... dicen que los "castigados ", al principio, no podían entrar. Local certero como lo dibujan los cuadros de Van Gogh con la mesa de villar y la gente sentada en los divanes con su copa de anissette. El ambiente cargado de humo de los viejos tiempos en ese gran local, representaba a la España que intentaba respirar. Las orquestas y bailes no desmerecían de las de esos centros de París de copas y pastis.

    Ahora estos lugares de baile y música, apenas tienen vida, han desaparecido de esa España que describo, aunque siempre hay alguien con acierto, como Martin Brudnizki, que quiere retornar a ese glamour que nos diferenciaba. Brudnizki.

    Lo que vi y me llamó la atención desde muy joven, lo escribo y recuento, porque fue una esencia que no se puede perder.

     Con respeto.

     Chavierín.

    

     

     


2 comentarios:

  1. Estupenda alegoría que, por arte de magia, nos traslada al mundo del divertimento uncastillero allá por los años sesenta. Alguna otra pincelada que he extraído de mi memoria: los juegos de cartas, las copas de anís, Rin tin tin en la televisión y el humo de los cigarrillos que, por esa época formaba parte del atrezzo sin cuestionamiento alguno. También el baile de casa Jordán con Demis Roussos como principal invitado y los primeros escarceos con las mozetas...
    Seguro que con tu habitual destreza literaria le darías nueva vida a estos y otros recuerdos.
    Muy bien elegido el símil y el decorado, D. Javier.
    También he escuchado "Minuit à Paris Midnight in Paris". Un acierto la elección de la música.
    ¡Abrazos!

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  2. Cierta pincelada José Luis, de aquellos mágicos tiempos.
    Un abrazo.

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