domingo, 31 de marzo de 2013

" LA CASA DE LOS ITALIANOS "..., en el Baztán

Quizás no convendría adornar con el silencio ese caserón olvidado de amplio jardín, rodeado por aquellos frondosos kakis,... quizá no convendría adornarlo con los recuerdos de años de estancia..., o con los gritos alegres de sus jóvenes habitantes, porque ese lugar, que fue de disciplina,... de rezos,... de números y letras,... de esperas..., y de  compañeros sencillos y entrañables, siempre tendrá vida propia.

Y es que,... todo pasa, y  el tiempo se convierte, desgraciadamente, en el depredador de las costumbres, lo que antes fueron centros de formación, ahora desaparecen dejando de realizar su misión. 
Pero quedan los duendes, esos que nos guardan las historias de los momentos vividos, los que acuden a la memoria y te obligan   a  retornar, de vez en cuando, a ese lugar del Baztán, a Elizondo,  a buscar las huellas de esas vivencias. 
Hoy, " las casas de los italianos " han desaparecido..., han sido víctimas de los tiempos modernos. El boom de la construcción también se ha notado en el valle y en su lugar se han construido  nuevas viviendas ,.... pero da igual,  porque ahí seguirá siempre instalado un buzón para el cartero, el que recibirá, de vez en cuando,  los escritos llenos de melancolía y  sonrisas dulces, enviados desde la memoria de los antiguos alumnos.


.... el señor de la guitarra....

Estos días he estado revoloteando, "por mis antiguos dominios del Baztán " ayudando a los duendes del guardián invisible a recorrer sus rutas..., senderos diarios de caminos recordados...., hacia las montañas...., hacia las minas....,hacia los pueblos cercanos de excursión..., hasta el viaje diario al colegio de Lekaroz...., hasta el salto del río  para contemplar las truchas...., hasta el paso diario por la iglesia de Santiago...., hasta el gran horno del pan baztanés, esmaltado y delicioso y...., hasta la casa de al lado, esa casa vasca que se convirtió en la primera morada de los jóvenes estudiantes, con su amplia terraza y suelos de madera, jardín preciosista, y con buhardilla presta para crear historias de internado. 
Esa era la pionera, la nuestra,  la que mandaba en el recuerdo, la socia fundadora y que daría paso después, al nuevo colegio de campos de fútbol y amplios ventanales. 

Todo esto les iba mostrando, a esos duendes que me obligan a retornar...., a  ese señor del bosque,  que nos dice que estos parajes son sagrados y que hay que tratarlos con mimo.

Y como lector residente puedo decir....

Que he disfrutado mucho con el libro de Dolores Redondo, El Guardián Invisible. Durante las dos semanas que ha durado su lectura  he vuelto de nuevo a ese lugar y me he vuelto a identificar con sus gentes y con sus costumbres, porque mis recuerdos se entremezclaban con su lectura. 

Tengo que decir, que además de la trama, he saboreado  ese mundo mágico descrito por la autora...,  el de los duendes...,  el de las brujillas...,  el de los misterios..., bien relatado por la escritora. 
También, he visitado de nuevo  el mundo de los caseríos..., lejanos,... en la montaña...., a veces demasiado lejanos..., con su vida apacible y ejemplar.

.... y para terminar me compro esa postal del valle para felicitar....
 
"Nieblas  constantes y lluvias persistentes dibujan los tonos verdes de ese valle, pero cuando el sol aparece, su  naturaleza siempre nos premia con unos paisajes indescriptibles "

¡¡¡  COMO NO VA A TENER DUENDES EL BAZTAN   !!!.

¡¡¡ Lleváis todos el bocadillo !!!  

Chavierín le da la enhorabuena  a Dolores Redondo por su bello relato.

Chavierín.











1 comentario:

  1. He ampliado las fotos para ver con más detalle las caras asombradas,inocentes,felices y un tanto perplejas de todos los que pasasteis por la experiencia de cursar estudios en un lugar tan bello y natural, allá en el Valle del Baztan. Guardo un gratísimo recuerdo de vuestros retornos al pueblo, con aires nuevos y modernos: hablando en francés, tocando la guitarra, hablando en italiano...
    Excelentes experiencias que han marcado a excelentes personas... como tú.
    Un abrazo. José Luis

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