Quizá sería justo y necesario anteponer el sentido común y el criterio, a la libertad del desparrame verbal sin sentido. El cuidado de la sociedad y su entorno sería el cometido principal de los escaños de las ágoras, hacer lo contrario requeriría corrección para no soliviantar la tranquilidad de los hogares.
Es fácil pensar, que todo lo negativo que ocurre en un país, es porque los centros de formación no han sido capaces de inculcar la importancia que tiene el criterio en la formación de los alumnos, y es que, la conducta ante la vida y el esfuerzo, se cambió por frases escritas en la pizarra del calarión. La Historia y la Geografía, se explicaban para saber las verdades del mundo, y las letras y los números, para saber calcular. La atención a las materias se escribían en los boletines de notas reflejando la capacidad de entendederas ante las explicaciones del profesor. Uno era más listo si pasaba de los renglones de Dios, del cinco para arriba. Con esa cartilla se decidía si eras digno de progresar en las alturas para llegar a ser más, aunque la mente y las preguntas de cómo me enfrento a la vida se quedaran como un pato en un garaje,... en el aire. La empatía y la conducta apenas tenía valor; y así se llegó a poner un más al que más memoria tenía,... ese era el mérito, y por eso se dejó de lado esa templanza y ese saber estar ante la vida que hace que las sociedades rebosen dinamismo..
Los manuales de vida, digo yo, que se mostrarían, que se exploraría a los clásicos griegos para hablar de la razón y el criterio, importantes para dialogar ; que se hablaría del universo y su grandiosidad,... que se admiraría a la naturaleza,... a su belleza y su perfección,... que enseñarían la diferencia entre la bondad y la maldad,... de la inconveniencia de las guerras,... de la convivencia,... del amor,... ese sería el deseo,... pero algo ocurrió para que una parte importante del alumnado no hiciera caso de esos principios y se fuera por las veredas de la contradicción.
Y encontramos en la sociedad pecados desagradables,... de soberbia,... de maldad,... de falta de respeto,... y otros emocionales,... de tristeza,... de decaimiento anímico,... de pérdida de ilusión por las cosas,... de estar ausente,... poca fe en el futuro,... quizá porque la educación se ha dedicado a valorar más el mérito de puntuación y no se ha sabido llegar al alma del alumnado,... a prepararle para lo que le pueda deparar la vida.
Pienso y según,... todo lo que está ocurriendo en la sociedad española de diferenciación de forma de pensar, viene dada porque en su día no se profundizó en la importancia que tienen los principios, se fue de las manos esa forma jasca de pensar que incomoda a la sociedad.
En un buen artículo que escribió mi amigo José Luís Pueyo, en su blog Mi Periplo, titulado, Sinalefa, se refleja su inquietud sobre el tiempo perdido en la forma de educar en los colegios y la necesidad de emplear el tiempo en otros valores que demanda la sociedad y el paso del tiempo.
Y mi disertación y mi declaración acaba en el principio, para llegar a las ágoras de la ejemplaridad con cierto enfado. No es normal que le tengamos que pagar el sueldo a unos diputados en el congreso con una forma de pensar decadedente que trasmite incomodidad y miedo a la sociedad.
Al abandonar los buenos principios pueden ocurrir estas cosas.
Queda mucho por hacer...
Chavierín.
Genial artículo de reflexión, Javier. Das en el clavo en todo lo que comentas.
ResponderEliminarVivimos inmersos en una sociedad que prima lo material por encima de los valores. El choque cultural entre lo que nos enseñaron nuestros padres y lo que ahora se lleva es de consideración.
Nunca me han gustado las flores de encargo. Son muy artificiales y carecen de fragancia. Pero me veo en un lío si, para su cumpleaños, no le regalo un ramo a mi mujer.
Yo, lo siento, pero prefiero el aroma del romero y el tomillo de la Val de Sabán. No me regaléis cachivaches. Con eso me conformo.
Un abrazo, campeón.
JL