En detrimento de mi disciplina para escribir, pido disculpas por la tardanza en presentar mi relato semanal, pero es que la familia me reclamó para pasar unos días en las tierras del Ebre y no podía faltar.
De residencia estuve en la casa rural de la familia Lhabana en el pueblo de Deltebre que, de por casualidad o acierto, alguien construyó emulando las casas clásicas cubanas, con techos altos, ventanales grandes y con jardín interior repleto de palmeras con mucha frondosidad. Quizá el apellido Lhabana y la antigüedad de la casa, me dio pie para sacar mis conclusiones, aunque creo no ir muy descaminado, alguno de sus antepasados haría fortuna en Cuba y se construyó ese rincón como recuerdo de esos tiempos.
.... delicado rincón para acompañar el relato ....
De puntualidad de la estancia, destaco los campos de arroz, majestuosos, que verdean el paisaje. Perfección y agricultura moderna es lo que percibe el visitante llegado de otros lugares.
Allí el Ebro también guarda silencio y se vuelve serio. La entrada de agua de mar lo convierte en un rio navegable que le concede el porte de los grandes ríos con el color verdoso de sus aguas. A los ojos del espectador nace el gran milagro, uno no se imaginaba semejantes espacios naturales plagados con todo tipo de aves. Las playas salvajes que rodean la desembocadura le dan ese encanto de libertad que solo conoce el respeto del turismo.
De resaltar es el cuidado y el mimo que dedican a las reservas naturales, con prohibiciones y consejos por doquier. El respeto de la gente es grande, y da idea de que todos acuden a contemplar la reserva natural por devoción.
Yo, un ciudadano que conoce el Ebro y su historia río arriba, no me esperaba semejante templo de la natura,... me quedé impresionado.
Esto quiero yo,... esto deseo yo, que todo continúe con esta atención exquisita y que las mentes retorcidas no invadan estos santuarios para mercadear.
En este país, cuando queremos, somos ejemplares
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Con respeto ....
Chavierín.
Veo que has disfrutado de esos días en familia y con un marco impresionante de naturaleza. La mirada al Ebro -nuestro río- desde otros rincones siempre resulta estimulante máxime si se visualiza en su desembocadura.
ResponderEliminarPor unos días has aparcado otros huesos literarios más difíciles de roer y eso está bien. Sin embargo te auguro que a la vuelta te vas a dar de lleno con un gobierno aragonés que no creo que te entusiasme precisamente.
A mi tampoco.
¡Un abrazo!
Tienes razón, con eso me he encontrado con unos gobernantes decadentes que producen hastío.
ResponderEliminarAragón no se merece esto.
Saludos José Luis y gracias por tus palabras.