domingo, 1 de junio de 2025

LOS RIOS DE LA VIDA ( capt. 3 )

                                        ELIZONDO,   BAZTAN

         Como en ese pueblo perdido en los Alpes, los jóvenes de Uncastillo, para poder hacer el bachiller, tenían que abandonar a la familia, lo que representaba un desapego y un gasto más para la economía familiar. 
     El método socorrido lo teníamos en los seminarios y colegios de internado, que, como estaban faltos de vocaciones, invitaban a los jóvenes a estudiar en sus dependencias por un módico precio. Ellos cumplían con su misión de ganar algunas almas para el cielo y nosotros el tener el preciado bachillerato, que no lo entregaban los frailes, sino la autoridad competente de los institutos de Pamplona con un examen por libre de todas asignaturas al final de curso,... los listos acababan en junio, y los medianos acabábamos en septiembre,... hay que reconocer que el reto era grande, era como preparar una oposición anual de cada curso,... pero aún así íbamos tirando,... teníamos buenos profesores.

     La oportunidad nos vino por la visita que hizo un fraile franciscano a las escuelas buscando alumnos para su colegio. Varios accedimos y comenzamos ese periplo que duró varios años por Elizondo y el valle Baztán, un lugar muy bonito, verde lluvioso, y plagado de conventos religiosos.

     La experiencia, lejos de la familia resultó un poco dura, pero bueno, yo me empeñé en salir del pueblo y acarreé con las circunstancias, de disciplina, estudios, rezos, nervios, deporte y exámenes finales todos los años en Pamplona.

      Yo estaba acostumbrado a la liberad en el pueblo, al amparo de la familia, a los mimos y atenciones, y eso en cierta forma, allí lo perdí. Un disgusto grande se llevaron mis padres, más mi madre, y sobre todo mi abuelo Luís con el que estaba muy identificado, cuando dije que me iba. Pero reconozco que mi capacidad de adaptación a nuevos lugares y disciplinas de la vida siempre ha sido la correcta. 

      Llevaba en la mente lo que aprendí en la escuela sobre saber diferenciar entre el bien y el mal, y allí lo puse en práctica, y descubrí, que no es oro todo lo que reluce dentro de un convento. El aislamiento al que nos sometieron los primeros años, con el control de las cartas que enviábamos y las que recibíamos era grande, así nos mantenían controlados,... nuestros nombres de llamada telefónica, nunca sonaron por la megafonía. Los primeros años fueron así, después, con la llegada de frailes jóvenes, la disciplina se relajó.

     Pero bueno, después de seis años me traje en la maleta el preciado título de bachiller, un decente manejo del francés y un saber estar para las diferentes etapas de la vida.

     Un agradecimiento grande a los frailes, a Fray Danielle, que sé que en cierta forma le defraudé cuando abandoné el seminario, al padre Martino y a Fray Pacífico, Fray Mauro, bellas personas que nos supieron entender.

     Y siempre agradecido al Valle del Baztán y su Elizondo,... después de cincuenta años, he ido varias veces a visitarlo y siempre ha aparecido la emoción.

      Los ríos de la vida en el Río Baztán.

     Con respeto.

      Javier Cay Navarro.

Abrazos litararios en el Baztán,... escritos que he dedicado al Valle Baztán en estos últimos años.

       

          

2 comentarios:

  1. Muy interesante esta tercera entrega, sí señor.
    En tus escritos dejas claro lo que te ha influido la experiencia de Elizondo y tengo constancia de las visitas que has hecho a aquellas tierras. Tú siempre has tenido este componente nostálgico.
    Me alegra que lo que quedan son los recuerdos de las buenas experiencias.
    ¡Ah!
    De Elizondo también te trajiste el aprendizaje de la guitarra.
    A ver con qué nos sorprendes en la cuarta entrega.
    ¡Un abrazo!

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  2. Pues bueno, seguiré con la educación en este recorrido del rio.
    Gracias por tus palabras. Un abrazo.

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