Rodeado del sonido de las esquilas del rebaño que retorna a la mejana, me encuentro,... en las peñas de altura, camino de la Pasadilla en Alpartir,... y absorto, contemplo el crepúsculo sobrecogedor para suspirar, buscando el silencio.
Quiero contemplar y de paso pensar en la grandiosidad de la vida,... con el permiso del autor de tanta belleza,... el universo,... el cielo,... donde dicen que se encuentran los seres que un día te mimaron y acariciaron.
He venido a charlar,... a recordar, acompañado de la perrica Canela que también tiene algo que decir a su amigo Fran que se marchó sin darle ninguna explicación.
Solos, con la mirada perdida, contemplamos al lucerico puntual que nos dice que la función de todas las noches va a comenzar.
En estas fechas de la Navidad se nos presentan los momentos mágicos pasados,... de aconteceres,... de ausencias,... de gavillas,... de rebaños,... del pocico de la lavandera,... del portal,... de las estrellas,... del musgo,... de la pandereta,... del incienso,... de la misa pastorela,... momentos de lágrima fácil en las Navidades de siempre, que mezclan la felicidad con la ausencia de los seres queridos. Fiesta pensada, también, para que participen en nuestras conversaciones y nos ayuden a preparar el puchero.
Pero no solo hemos venido aquí, la Canela y yo, a recordar y a entristecernos, hemos venido también a contarles cosas, con una bolsica de huesecillos y buenas intenciones, para decirles que todo va bien,... que el aire que respiramos nunca pierde su aroma, que todas las primaveras retornan las mismas golondrinas,... que el floristeo se sigue presentando arrogante y de exposición,... que las almendreras siguen trabajando a su manera,... que el río, como todos los veranos, se esconde, que los manantiales sobreviven a duras penas,... y que los buitres, comediantes, siguen ahí, en las rocas, saludando al paseante.
Contamos historias bonitas porque en este cartulario de la Navidad no cabe otra cosa, sólo dejaremos pasar la Canela y yo, al que nos hable de esperanza,... de ilusión por las cosas,... de ganas de vivir,... de amor a la natura,... de música,.... de alegría,... de la bondad de las personas,... de las sonrisas y de los suspiros profundos que causa el deber cumplido.
Con esta intención miramos el crepúsculo, de que intentaremos ser felices,... de que creeremos en nosotros mismos,... de que tenemos capacidad para preparar las hortalizas y el futuro y, que dentro de tanto desorden social, al final, siempre sobresaldrá el sentido común, que es lo que hace que todo vaya para adelante.
¡ No somos analfabetos y dignidad nos sobra a raudales !.
Con estas grandes esperanzas hablamos con los estrellas,... con las personas que nos dejaron, que sabemos que están bien,... y retornamos a casa,... a la lumbre, y a tomarnos un vasico de vino con miel.
La Navidad siempre nutre a la gente de buena voluntad.
¡¡¡ FELIZ NAVIDAD !!!.
Chavierín.
Estás hecho un poeta impenitente, amigo Javier. Tu prosa rezuma sensibilidad y sosiego. Con una pizca de nostalgia y un buen aderezo de sentido común. ¡Seguro que la perrica Canela no va a encontrar un mejor acompañante que tú en el lugar!
ResponderEliminarY seguro también que allá a lo lejos, en alguna estrella titilante nuestros seres queridos sonríen con bondadosa complacencia al ver cómo nos agarramos a las cosas buenas de la vida, cómo saboreamos los contados ratos de soledad, cómo nos reafirmamos en la idea de que, a pesar de todo, somos unos afortunados sólo por el hecho de vivir y disfrutar de la vida. Un abrazo. Felices navidades par tí y toda tu familia. José Luis