martes, 8 de septiembre de 2015

MIGUEL, HIJO DE TOMAS DE UNCASTIELLO

     Entre los sombranos y Medinas vivió la miel y el asueto, desde el Cuco, pechina alta, hasta los arrabales de la huerta. El turbante trajo el ingenio del Oriente, con nutrientes, oficios y artesanías para enseñar a los tenentes de Uncastiello,... veré un muestrario....

     Y camino del Loreto podría recordar y ser el visir del Macelo, entre el azarollero del convento y el carretillo de José de la Medina, o retornar río arriba para visitar las huertas de la Fuente Nueva, pero me detendré en el camino, en los tenderiles y pozos de manivela del puente de Barrionuevo, para visitar la cabaña que ha construido un gentilhombre.

     Perdonado está este señor, nacido en la parte cristiana del pueblo pero que ha tenido la osadía de comprarse una huerta en terrenos paganos de la aljama  mora,... ¡ Qué le vamos hacer ! 

!!! Sala Malecum  ¡¡¡.... ¿ Hay alguien ahí ?,....¡ Pase usted, buen hombre !.... ¿ Puede un caminante de los tiempos ver su morada y de paso mantener una sutil conversación ?,...  ¡¡ Faltaría más !!..... 
     Sentome en el banquil y ante un caldo de Ambar explícito habló:  Yo, que me considero ciudadano de bien, construí esta cabaña cerca del puente, para saludar y hacer corro.... esa era mi ilusión, y de paso, exponer los detalles y recuerdos que han rodeado mi vida y la de mi familia, para contemplarlos al albor de la pequeña huerta,... he construido un precioso lugar,... 

Y me contaba que.....

    Cada persona en la vida busca un rincón, un lugar donde colocar sus sensibilidades con los rostros y detalles que tomaron parte del ambiente familiar, objetos del campo,... de la miés,... de la hacienda, rodeados de mantas de cuadros y bancos de conversación, junto al fogón que abrigó ratos de asueto con vecinos que ya no están y que también disfrutaban de la huerta,... tomaban parte de su vida diaria y por eso se entristeció cuando, hace poco, decidieron marcharse,...  el querido tío Félix ,... Pepe del Fusau,... José Luís de Papes,... 
     Dice que hay silencio,... que cuesta llegar y no encontrar los saludos de la carretera,... del banco,... pero a continuación, me enseña la huerta con orgullo y me dice que este año  la cosecha viene agradecida, y que en este lugar es feliz.

     Le digo que somos reos del tiempo y expuestos a la tristeza, pero que también contamos, por la experiencia recibida, con una capacidad para comprender lo que es la vida; el constructor de este rincón tan lleno de detalles tiene, sin ninguna duda, arrestos para entender que nos quedan muchas historias para disfrutar con los hijos que nos rodean y con las personas que nos hacen compañía,... ¡¡ Ya nos sentaremos en el sillón de mimbre si se hace largo el tiempo !!
     Observo mucho corazón y mucha delicadeza en este lugar.

    Y después de esta conversación pregúntome de qué casa era yo, misterioso caminante,  que ha tenido la osadía de entrar en la cabaña del candil y la huerta, como Juan por su casa.

     Mucha calidez rezumaba la chimenea del fogón,... tal como es. 

Chavierín



     

     



    


     

2 comentarios:

  1. Este verano, con menos tiempo del que nos hubiera gustado, pudimos disfrutar de la cabaña y el huerto del que hablas, y sobre todo de sus moradores; sin su calidez personal, el encanto del lugar no sería posible.
    Y además de disfrutar del momento, volvimos a casa con cebollas, calabacines y unos tomates que llenaban la boca del rico sabor del tomate bien criado.
    Larga vida a todos para poder disfrutar del lugar, de encuentros, de charlas, de risas, de una buena merienda.. de tantos recuerdos...de todas estas cosas que calientan el corazón y hacen que la vida sea más amable.
    Desde Leganés, un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Como siempre estás genial en este terreno literario. Y el formato elegido para contar estas historias no puede ser más afortunado. Entiendo perfectamente tu lenguaje. Me identifico con el caminante de los tiempos, con su tristeza al recordar personas queridas que han desaparecido, con su amor al terruño, su nostalgia...
    Le has dejado un precioso regalo al dueño de la huerta. Persona también de buen corazón que, seguro, sabrá agradecértelo.
    Un abrazo, Javier
    José Luis

    ResponderEliminar