Lamentos y silbidos de viento cruzan por las rendijas de la ausencia,... de las moradas del hogar,... el frío y la nieve aletarga los momentos de silencio,... de cuando la vida no encuentra ni habla ni gente a quien entretener,... pueblos campaneros, en otrora de regocijo, que viven momentos tristes a causa de la edad y por el éxodo a otras tierras de sus mocetes.
Y si las piedras hablaran nos dirían que están acostumbradas,... que es normal, que por esas tierras de labor y asueto, de campiñas pequeñas y rincones al abrigo del río, lleven años de trashumancia generacional, de viajes y estancias largas hacia la prosperidad, dejando solo en la cabañuela, la imagen de la bata negra en la penumbra del patio y rastros de leña en el portal, porque aún se quedan los abuelos guardando la hacienda.
" Me voy, padre,... tengo que partir,... a buscar la riqueza,... porque aquí en el lugar, poca cosa tenemos, pues.... los tiempos cambian y los cantos de sirena dicen que por ahí, hay más posibilidades de jornal "
Esos mayores, de jóvenes, se convirtieron en escuderos y decidieron quedarse a guardar la hacienda y crear familia,... en sus raíces,... con retoños, aún a sabiendas, que era la última oportunidad que les quedaba porque la necesidad de subsistencia de sus hijos llamaría a la puerta y les privaría de su compañía.
Hoy vemos, como casi todos los caminos,... los portalones, se esconden entre los silencios, cerrados por las angosturas de los inviernos y porque nuestros nobles escuderos se van marchando poco a poco,... sólo quedan en los ventanales alguna pequeña luz que nos dice que mientras hay vida hay esperanza.
Esta es la realidad que están viviendo muchos pueblos de la Hispania, durante el buen tiempo, toman aire monegasco de segunda residencia, mientras que en el invierno, aparece la realidad de la despoblación, echando de menos los jolgorios infantiles por las calles de un pueblo al uso,... como tendría que ser,... entre el vaho de las ventanas y las estufas.
Sé que muchos pueblos pequeños desaparecen porque les oprime la soledad, y otros desmerecerán,... se quedarán en letargo, en espera de mejores tiempos, de cambios de costumbres y de ideas de futuro,... o de moda,... algo ocurrirá porque nada es definitivo,... muchos años llevan las iglesias en pie siendo testigos del paso de generaciones. Todo seguirá,... el invierno se hará duro para los valientes pobladores que planteen ahí su futuro y, los demás, seguirán con su veraneo visitando la hacienda de sus antecesores,... siempre habrá alguna luz con más o menos intensidad que mantendrá viva esa esperanza en los pueblos.
Los nacidos en pueblos con descenso de población, llevamos en la mente las escenas de cuando todo eran tiempos de rosas, de cuando en todas las casas rebosaba el jolgorio, y por eso, al comparar, nos entra la pesadumbre y la tristeza, es el escozor que deja el paso del tiempo,... el proceso, lo tenemos que ver con normalidad.
¿ Cualquier tiempo pasado fue mejor ?,... sin duda, pero cada cosa en su momento. Ahora conoceremos otras obras de teatro de vida con paisajes nuevos y quien sabe, si con nuevos inquilinos.
Así es la vida
Chavierín
Muy bien, Javier. Describes de maravilla la realidad de los pueblos. Su progresiva decadencia, la imperante ley del silencio en sus calles...
ResponderEliminarPero también dejas entrever un atisbo de esperanza. Estoy de acuerdo. Las iglesias, los castillos, han aguantado el paso de los siglos. Y allí están expectantes esperando servir de nuevo a las finalidades con que fueron creados. Tal vez haya que adaptar su uso, pero los pueblos permanecerán. Y el nuestro, por descontado.