lunes, 26 de febrero de 2018

LA LAMPARILLA DE ACEITE EN UNCASTILLO

          El amargor, el atropello, parece que duermen ya,... se desvanecen,.... el silencio acoge  la angustia y la miseriza,...  ¡Ya está bien !.... 
     Todo quedó apagado por tanto desvarío y sinrazón; tristezas inmensas y puertas marcadas por querer hablar de la libertad y del derecho a respirar el aire  de aquel lugar,... y es por eso, que, como protesta misteriosa, en la procesión de Semana Santa de Uncastillo, colocaban esas lamparillas de aceite en los ventanales para decir que esos sucesos nunca tendrían que haber ocurrido.

     ..... el fuerte arraigo de legitimación para protestar con simbologías,... buscando caminos y adaptación para empezar a vivir y ser "alguien " en aquel abandono emocional.... la vida continuaba....

      Y para andar, todo venía con desconfianza y valoración,... ¡ De qué casa eres, mozé !,... por el grado de implicación y conducta de las familias; eso nos tocó vivir a los jóvenes de mi generación cuando hacíamos amistad de jovencillos y nos invitaban en alguna casa a merendar,... Y la siguiente pregunta era,... ¿ En qué casa has estado ?,... el control y los cuidados.
     El miedo que se empleaba en las advertencias,... ¡ Ojo a ver lo que hacéis por ahí !,... ¡ Mira que no queremos problemas ! y,... ¡ No deis que hablar !,... ¡ Qué nadie os tenga que llamar la atención !,...y costumbres que venían de las disciplinas,... como broma y susto perenne,... ¡ Ojo que te voy a cortar las orejas !,... ¡o el pelo al cero !....

   Así pasaron los tiempos después de lo acaecido,... embadurnados con el humo del eterno incensario, con palios y disciplinas y con las calvas de los pastores en la iglesia el domingo de Cuasimodo como normalidad de vida; con el café de achicoria y los sabañones en las orejas, con los jerseys de lanas de mil colores y con la corriente de 125 v. de cordón rizado, y como ocurrencia para el olvido, en alegría, querrías sobrevivir y disfrutar comiendo los ojos de las sardinas de cubo de la Basi e ir a bailar a casa Jordán y tomar vino y cacahuetes de capazo con la merienda en la mano,... vieja costumbre ancestral,... como para hablar a escondidas.... eso me contaban....

    Y vas creciendo y tienes amigos de mil colores también, ajenos todos a lo que sucedió, porque con nosotros no iba esa historia,.... fue agua pasada decían,,... nuestros padres se habían encargado de que nos afectara lo más mínimo esa amargura oculta e hiciéramos nuestra vida.

    A todos nos habían contado historias desgarradoras de lo que sucedió en Uncastillo,... a todos nos invadía la curiosidad,... para conocer,... pero nunca señalamos a nadie con el dedo,... lo que ocurrió, se quedó ahí como punto final, y empezamos otro de partida positiva para la convivencia como era su pretensión.

    Ahora sólo nos quedan, para aprender, esas observancias y esos reconocimientos, y el haber puesto en el cementerio los nombres de todos los que murieron por sus ideas en el pueblo,... era lo mínimo que había que hacer.

   Y al final quedó esa siembra buena de convivencia,... para construir y enseñar,... para hablar y saludar,... y para hacer grande al pueblo entre todos,... y en eso se está...

  La luz de esa lamparilla dio sus frutos en medio de tanta tristeza.

    ..... ¡ Ojo, al nivel que demostraron nuestros padres en esas circunstancias !

    Con orgullo....

    Chavierín.

1 comentario:

  1. Se mire por donde se mire la sublevación militar de julio del 36 y los hechos que posteriormente acaecieron constituyeron una auténtica desgracia para nuestro país y, por consiguiente para nuestro pueblo. Como hijos de la posguerra nos tocó vivir en unos tiempo en el que nuestra mente infantil sólo captaba sutiles resquicios de aquella tragedia. Como tu muy bien señalas sólo hemos podido captar la magnitud de tamaña desgracia ya de mayores; más informados y con un criterio más ponderado. El dolor y la pena aún siguen ahí. Todavía no he sido capaz de volver a leer los libros en los que se exponen desde la óptica del bando republicano los hechos acaecidos en Uncastillo en esos aciagos días.
    De todas formas, desde otra óptica también podemos afirmar que cada cual arriba a la vida por una serie increíble de carambolas. Con toda seguridad si no se hubiera declarado la guerra civil ni tú ni yo habríamos existido...
    Excelente artículo, D. Javier. Juicioso y ponderado. Enhorabuena.

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