Jean Claude Monet nos envía esta bella postal enmarcada en sus oleos, de cuando su sensibilidad comenzaba e iba a escalar cumbres de admiración pasados los tiempos; nos la envía para que la observemos y soseguemos nuestra vida, amemos la cordura y construyamos un mundo mejor.
Yo sé que algo barrunta el señor Monet cuando nos envía esta misiva con un poco de preocupación. Igual es que desde la lejanía ve la partida de ajedrez turbulenta que llevamos entre manos aquí en la tierra y algo nos quiere decir,... la locura se ha instalado en los centros de poder y quiere gobernar el mundo,... tenemos que reaccionar,... y también tranquilizarnos.
Y es que estamos preocupados por la obcecación de unos dirigentes que no ven más allá del orín de sus misiles de destrucción, porque quieren ampliar sus territorios sin permiso.
Y por si pierden la cabeza, los periodistas y pensadores nos informan de los daños que esos misiles de largo alcance podrían producir en el mundo. Los botoneros, los dirigentes que pueden apretar el botón de la agresión, no nos produce ninguna confianza. El uno viene de las praderas de Illinois con las pistolas a la cintura dispuesto a disparar al mínimo movimiento, el otro viene de los hielos de la Siberia con una obcecación manifiesta con su invasión de Ucrania, y el otro, el inquilino Netanyaju, que le alquilaron una huerta en Palestina y la defiende con uñas y bombarderos,... les da igual aniquilar a la gente. Normalmente los pensadores del lado oscuro les suelen apoyar,... una pena.
Ante esta situación de locura, por lo que pueda ocurrir en el mundo, estamos un poco contrariaos, aunque confiamos que esto no ocurra. Vuelvo a repetir lo que escribí hace unos días, que esta tensión es el resultado de una escaramuza pasajera.
El velero de Monet representa a la cordura, lo que todos anhelamos,... el sosiego,... la vida,... la felicidad,... que nadie en su sano juicio nos puede arrebatar.
Ganaremos esta partida de ajedrez.
Señor,... Señor ¡¡
Chavierín.
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