"Ajado por los aires del desierto en su hamaca enmudeció "
El espíritu trepidante pide prestado esos momentos dulces al archivero de los recuerdos sin pagar una guinea, porque sabe que la historia recoge y recrea cuadros, a veces maravillosos, que nos dicen que aquello fue verdad.
" El tiempo y la distancia cogidos de la mano "
Y mento, porque se escribieron en piedra, esos relatos de las pequeñas cabañas de las laderas del mundo, rodeadas de la soledad del tiempo, con su grito de gralla y dignas acompañantes, la higuera protectora y la balsa juncal, vigilantes perennes de lo que fue porque no quisieron caer en el abandono,... siempre están ahí, pequeños rincones y presbiterios que tuvieron vida y que siempre estarán en la memoria.
"Ingenuidad y gente de bien poblaron esos recintos,... ¡¡adiós,... adiós,... vaya bueno,... sr. Luís !! "
Y si el humo de la chimenea recrea los dibujos de esos lares de montaña, también podré incluir las escenas plácidas del fogón del rancho y leche de cabra, de aliagas y chiniplos mil, de navajas y pelado tierno de las patatas del ramblar,.... de la espera nerviosa en hambre del hervor, y la probatina con la cuchara de boj,... y sin obviar, incluiré también, a los animales de compañía que tomaron parte de la familia con sus servicios y atenciones,.. y yo, mientras, lavándome la cara en el bebedor de las gallinas,... historias de una vida.
Y cuando la mies se digna a rellenar la era del esfuerzo, el trillo baila e invita a la aventadora auxiliadora a acabar la faena de trigo y subsistencia,... oficio del mundo del secano especialista en separar la paja de la mies como si fuera el mandato divino,... vueltas y acarreos hacían los labradores a esa plaza pública de sacrificio y obediencia, para acabar el proceso con el sudor de su frente.
Y placentero recordaré las tardes de merienda y cena, al albor de la faena, ensaladas magras de tomate y cebolla con algún producto leve del mar,... aceite y vino se juntaban con las olivas de capazo para celebrar el éxito del esfuerzo,... relajación y secados leves del sudor,... esos días el bochorno nos saludaba de buena gana,... éramos los primeros en dejar la plegadera.
Se hacía de noche, el esquilatorio ruidoso del pastor nos indicaba que había llegado la hora del descanso, de preparar las jalmas de ensueño para dormir plácidamente o charlar a la luz del candil,... ventano abierto,... luna llena,... noche clara,... el crepúsculo saludaba majestuoso,... no había maldad en esas escenas de vida y existencia.
Y como de pequeño me coleccioné esos momentos llenos de bondad y compañía, en la sesentena, cuando no puedo tomar el sueño lo consigo retornando en el tiempo a la jalma de la cabaña de Ubio,... elixir hecho con gotas de felicidad y cariño.
A menudo voy a pedir permiso de uso al archivo de los tiempos,... lo veo conveniente, quizá, porque tuve la suerte de convivir con personas que dejaron mucha huella en mí.
Nada queda en el olvido
Chavierín
Sigue visitando el archivo de los tiempos, y nos lo vas contando.
ResponderEliminarQué ilusión ver la cabaña, tan entera...con todo lo que evoca. Nos trae la presencia de tantas personas que aunque ya no están nunca nos dejaron del todo.
Desde Leganes, un abrazo
Estupenda semblanza de tiempos pretéritos e increíbles. Y gran contraste con los tiempos actuales ¡Con qué poco podíamos construirnos nuestros mundos personales!
ResponderEliminarEn ningún momento has hablado de aires acondicionados, ni de rebajas, ni de ofertas, ni de... dinero. Lo que con más cariño recordamos no se obtiene con monedas.
Magnífico panegírico. Un abrazo. JL