martes, 9 de noviembre de 2010
MI PERIPLO POR EL VALLE BAZTAN
¡¡¡¡ Bueno, pues nada, que se te ha metido en la cabeza el ir a estudiar al colegio de esos frailes de Elizondo ¡¡¡.
Esta era la frase con la que mi madre reflejaba su enfado .-.
A una madre le cuesta desprenderse de un hijo, aunque sea por una causa de educación y. máxime, cuando ese chavalín no tenía más de diez u once años,.... pero era la normalidad en aquellos tiempos.
A mí, me había convencido ese frailecillo que pululaba de vez en cuando por la escuela del pueblo buscando acólitos para su colegio y que nos vendía bien las excelencias del estudio, del deporte, de conocer mundo, de un veraneo en Santander..., para mí, era una suerte salir del pueblo y conocer nuevos lugares..., me sentía importante.
Recuerdo la llegada, después de haber pasado por el mareante puerto de Velate, de noche, a un caserío vasco, con muchas ventanas y terrazas con jardín exterior. Mis compañeros y yo, nos quedamos maravillados por el encanto del lugar,.... todo verde,.... praderas por todos los sitios, vacas y más vacas, .....estábamos encantados..
No tardaron mucho en notificarnos las normas del colegio, levantarnos a las siete de la mañana, en silencio, las tres comidas diarias..., en silencio, dedicarnos al rezo y a la misa diaria y sobretodo, dedicarnos en cuerpo y alma al estudio.
La relación con la familia era sólo por carta y con control de lo que escribíamos y de lo que nos escribían, no sabíamos lo que era el teléfono para hablar fuera del colegio.
Así pasamos los dos primeros años estudiando con disciplina espartana.
Cada tres meses veíamos a la familia pero, a pesar de la edad, lo asumíamos con normalidad.
Llegaron los tiempos buenos. Con el cambio de rectorado, la convivencia iba más acorde con los tiempos, se tenía la obligación de estudiar, con normas religiosas, pero hacíamos una vida más moderna..., permiso para fumar..., poco,.... salidas por el pueblo,.... deporte y más deporte,.... participar en ayudas humanitarias,.... conocer países europeos y, sobre todo, convivir y participar en jornadas formativas.
En los seis o siete años, que permanecí en el valle, tengo que decir, que aborrecí un poco la lluvia, pero nunca el paisaje ni a sus gentes, buenas de verdad.
Han pasado los años y siempre rememoro aquellos tiempos vividos en Elizondo, junto a grandes compañeros, con los cuales conservo la amistad y, compruebo, in situ, la educación de los mismos.
Hoy, los grandes colegios del valle han desaparecido, Lecároz,... Los Italianos....hoy, no se necesita esa disciplina espartana, porque existe una educación liberal más acorde con los tiempos, pero en aquellos años era lo que se estilaba y el medio que ayudaba a muchas familias para que sus hijos pudieran estudiar.
Me enfado con la disciplina que había en estos centros, pero también reconozco, que sirvieron para saber buscar nuevos valores a la vida y poder interpretar mejor la existencia.
Lo tenía que contar..... algo de poso bueno quedó....
Y pasando por Irurita, camino de Oronoz, se despide el alumno.....
Chavierín
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Reconozco como me impactó que, en su momento, vinieras al pueblo sabiendo tocar la guitarra y con una fluidez muy avanzada en francés. Fruto de esa imagen quedó mi motivación por aprender también francés y mi afición (tomada de tí) por la música. Así es que te agradezco esos dos regalos que me hiciste en su momento y que me han acompañado siempre a lo largo de la vida. Un abrazo. José Luis
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