¡¡ Están ahí !!, en la penumbra, no tengo que hacer ruido,... levantaré con cuidado la tapa,... los recuerdos viven aquí, en la tinaja,.., y voy a coger uno cargado de emoción,... prestado, con devolución, sólo lo emplearé para escribir con el corazón cosas de ese lugar,...
Me apremian y me dicen que lo devuelva pronto porque el original lo guardan ellos en las estanterías de la vida,... del proceso, desde pequeño, hasta cuando decidas contar tus idas y venidas para compartirlas desde el telégrafo moderno de tu casa.
...Sentado aquí, en la altura, observo la val,....
La evolución de la tierra dibuja los lugares,... les da el porte,... el encanto,... la belleza,... la atención y, después, los futuros pobladores deciden cómo adornar ese lugar. Allí, la val les ofrece tierras llanas, un barranquillo valiente que apenas conoce el estío, rodeado de montañas protectoras, pobladas por carrascas y chaparros, que protegen a los rebaños y a los miles de seres alados de rigor.
Se decidieron,... el lugar les complacía, tierra fértil y acogedora.
Pasan los tiempos y la val toma vida, recibe atenciones extremas. Los meandros del barranquillo se llenan de árboles y chopos,... cada pequeño rincón toma vida y, mientras las primaveras colorean los vadinales con cientos de flores, las barranqueras llenarán los cestillos de frutos que acompañarán a los otros sabores,... el pan,... el rancho,... el espliego,... los calostros,...
Y qué decir de los habitantes llegados a ese lugar desde el pueblo lejano,... los que hicieron la obra y la ornamentación, personas de bien, sufridoras, que se identificaron con la val y mezclaron felicidad con esfuerzo.
Saludos tempraneros, desde la distancia, y la orquestina de las campaniellas del pastor, que nos dicen que el rebaño tiene que salir a pastar,... cigarricos, y un nuevo día comienza.
Allí, se palpaba la vida,... el medio para subsistir, trabajo rudo pero llevado con amor y, a veces, con jotas; en el fondo, fue una escuela de conductas y convivencia.
Pero los tiempos cambian,... la existencia moderna atrae y se olvidan los lugares. Los trabajos artesanales de corral y la huerta desaparecen,... pero la val se queda ahí,,,, despistada,,,, recibiendo ruidos de motor y mirando por las lontananzas para ver si vienen nuevos pobladores para pedirles que repasen los tejados de las cabañas abandonadas.
Fueron muchas las personas que dieron vida a este lugar. Desde mi memoria, podría nombrar a los pobladores del saludo, los de las barranqueras, los agricultores,... los pastores,... los García,... el sr. Pedro del Huerto de la Luna,... el sr. Ricardo,... José de Tertín,... Miguel de la Sabina,... mi abuelo Luis, mis tíos,... y mi padre Tomás, y todos, mostrando un gran apego por este lugar.
Chavierín, se permite, un pequeño homenaje en el recuerdo,... ya no están.
En este lugar, con el tiempo, aparecerán nuevas historias,... nada finaliza.
Chavierín.
¡Este artículo te ha quedado redondo! Para mi gusto, es en este estilo donde mejor te mueves y donde también das lo mejor de tí. Escrito con cariño y sensibilidad, aludiendo a esos recuerdos positivos y añorados que, afortunadamente, pueblan nuestra mente.
ResponderEliminarComparto contigo la visión de la val de Ubio, del corral y de las gentes que lo visitaban. Yo también tuve mi corral, en Gabardilla, del que guardo un gratísimo recuerdo. Si bien esas tierras eran más agrestes, más duras, pero que también me proporcionaron preciosas experiencias ¡Todavía te quedan muchos temas por abordar! ¡Muchas experiencias por desgranar! El relato y la lectura de todas ellas constituye para mí un aliciente semanal muy importante. Un abrazo. JL
Gracias ,José Luís, por el comentario,sí es verdad´que arrastro bastantes cargas de melancolia, de hecho eran las personas llanas las que me lo hicieron pasar en aquel lugar placenteramente. Yo era el pequeño, el que observaba y el que agradecía su compañía,por eso, siempre estarán en el recuerdo,...retales de una vida.
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